BLOG

Por Carmen Robles.

Con el cumplimiento del 20 aniversario de la Fundación Manuel Peláez Castillo se cumple la palabra dada por Manolo: mantener la actividad de esta entidad a lo largo de dos décadas antes de ponerle fin a este sueño de construcción y defensa de los derechos de aquellas personas que más lo necesitan. En estos 20 años, hemos puesto nuestro humilde granito de arena en proyectos y programas que han tratado de ayudar al otro, pero también hemos intentado impulsar la cultura, promover la formación, estimular las iniciativas empresariales y apoyar numerosos proyectos en beneficio general de la sociedad en la que vivimos. En estos 20 años, se ha trabajado para ayudar a personas que han tenido que hacer frente a problemas diferentes, a situaciones diversas que les ha condicionado su vida, afectando por razones diferentes su incorporación plena a cuestiones tan básicas como el empleo. Por su puesto, siempre hemos estado vinculados a Proyecto Hombre, muy cercano con entidades de pacientes, pero también codo con codo con la Universidad de Alicante, al pie del cañón con el enorme trabajo que se hace desde Empresas Solidarias, y con tantas y tantas entidades e iniciativas solidarias.

El espíritu de esta Fundación se ha basado en intentar devolver una parte de la suerte que la sociedad aportó a nuestra familia, al sacrificio y al esfuerzo en la generación de nuestros proyectos empresariales que, aunque como consecuencia de mucha dedicación, pericia y saber estar, hay que reconocer que parte de los éxitos se debieron a la confianza que la sociedad alicantina siempre puso en nosotros.

Convencida de que recibir tiene que venir asociado a dar, que ser generoso no es un gesto con los demás, sino una actitud con uno mismo, que el sentimiento de protección y ayuda al otro es una parte de sentirse parte de algo más grande y más importante que uno mismo. Así se comportó Manolo, así me lo transmitió en todos los años que compartimos juntos, así se lo inculcamos a nuestros hijos, y así hemos tratado se seguir estos pasos por convicción y amor a él. Unos pasos que fijó en 20 años a través de la Fundación, convencido de que la tarea que él inició en octubre de 2004 sería capaz de ver culminada. Porque todos pensamos que vamos a ser eternos y que los tiempos los marcamos nosotros, no nos son dados.

La vida, que siempre fue bondadosa con Manolo, pecó de cicatera y no le ha permitido que él mismo pusiera fin al proyecto Fundación Manuel Peláez Castillo.  Le hubiera encantado llegar hasta esta meta. Ahora, nosotros tenemos la obligación con él de cumplir la palabra que él se dio a sí mismo y a toda la sociedad alicantina. El prometió 20 años de Fundación y nosotros en su nombre hemos cumplido su palabra. Si la palabra dada por Manolo era su principal activo, nosotros, mis hijos y yo, solo hemos hecho lo necesario para estar a su altura y defender su nombre (y todos los recuerdos que ellos nos genera).

Poner fin a la Fundación no significa renunciar a los objetivos de justicia social, de contribución al bienestar colectivo, de corresponsabilidad con las causas y los retos comunes, la colaboración con otras entidades y con las distintas administraciones en aspectos sociales y de progreso como sociedad. No, ni muchos menos. A lo largo de la vida se dan pasos que nos conducen por caminos que desconocemos. Pero es verdad que, aunque el tránsito sea incierto, no vamos a perder de vista nunca nuestro objetivo. Ahora toca recorrer nuevas veredas, en especial a mis hijos. Me gustaría pensar que los empresarios, en especial los más jóvenes, también tienen conciencia social, responsabilidad humana, sentido de la justicia, amor por la sociedad en la que desarrollan sus negocios y espíritu de filantropía.

Un mundo mejor se hace con empresas grandes, capaces y llenas de proyectos rentables, que generan riqueza y empleo. Pero las imperfecciones de todo sistema social necesitan medidas alternativas, un esfuerzo extra y un sentimiento de generosidad que esté a la altura del problema que queremos solventar. Porque nada en este mundo nos es ajeno, todo lo que ocurre a alguien en este mundo, aquí o en cualquier rincón del planeta, también nos pasa a nosotros. Esa fue la lección de Manolo.

Hoy cumplimos su promesa tras estos últimos e intensos años de labor en la Fundación. Espero y deseo, que su legado trascienda estas dos décadas y se extrapole a las nuevas generaciones. Pero como diría Manolo, no nos vamos, sólo cambiamos de forma. Manolo, palabra dada, palabra cumplida.

Si continuas navegando por la web, aceptas el uso de Cookies. +info

The cookie settings on this website are set to "allow cookies" to give you the best browsing experience possible. If you continue to use this website without changing your cookie settings or you click "Accept" below then you are consenting to this.

Cerrar